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La "Tacita de Plata" es considerada la ciudad más antigua de Occidente. Su fundación (1100 a. C.) se debe  a los fenicios, pueblo marinero que haría de Gadir una importante colonia comercial en la que se asentarían posteriormente cartagineses, romanos, visigodos y musulmanes. Urbe cosmopolita y abierta, cuyo puerto escogió Colón como punto de partida para su segundo viaje al Nuevo Mundo. La ciudad se convertiría, tras el declive del puerto de Sevilla, en puerto de Indias, aglutinando el flujo mercantil con América. Esta frenética actividad comercial se tradujo en una etapa de esplendor económico y cultural, en la que se erigen los palacios barrocos con sus características torres miradores.
 
La Catedral, visible desde el mar, en especial su cúpula recubierta de azulejos dorados, encaja a la perfección con la fisonomía gaditana de aires coloniales. Combina los estilos barroco y neoclásico y su tesoro es de los más importantes de España. El intenso comercio con las Indias despertó la codicia de los piratas haciendo necesario que la ciudad se fortificara. Los restos del primitivo aunque remodelado sistema defensivo de fuegos cruzados ideado por Vauban conforman una parte importante de la riqueza patrimonial de Cádiz. Las Puertas de Tierra conservan a ambos lados lienzos de muralla y semibaluartes como los de San Roque y Santa Elena. Un paseo por el Campo del Sur permite contemplar los baluartes defensivos de Los Mártires y Capuchinos, junto a La Caleta, escoltada por los Castillos de San Sebastián y Santa Catalina. En dirección a la Alameda Apodaca, pueden admirarse el Baluarte de la Candelaria y las Murallas de San Carlos. Las Murallas de las Puertas de Tierra separan claramente la ciudad nueva ganada al mar -estructurada a lo largo de una gran avenida y de su extenso y ambientado paseo marítimo- de la antigua. El casco histórico posee calles estrechas y pequeñas plazas con barrios tan populares como La Viña, el Mentidero, Santa María (verdadera sede del cante flamenco) y El Pópulo.


 
El Barrio del Pópulo, el más antiguo de la capital, conserva las tres puertas de la primitiva ciudad medieval: Arco del Pópulo, de la Rosa y de los Blancos; además del Teatro Romano la y la Iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. En la emblemática Plaza de San Juan de Dios se podrá probar el típico "pescaíto" frito mientras se escucha en el reloj del Ayuntamiento "Amor Brujo", del gaditano Manuel de Falla. El vecino barrio de Santa María es uno de los de mayor raigambre de la ciudad, con residencias señoriales como la barroca Casa Lasquetty y la Cárcel Real, importante edificio neoclásico. Subiendo hacia la recoleta plaza de San Francisco se encuentra la Santa Cueva, con pinturas de Goya en su interior. En las inmediaciones de la Plaza de San Antonio, en el Barrio del Mentidero, que fue durante muchos años el centro neurálgico de la ciudad, se sitúa el Oratorio de San Felipe Neri, templo barroco que cuenta en su altar mayor con una Inmaculada de Murillo. Fue sede en 1812 de las Cortes de Cádiz, donde se redactó la primera Constitución española, apodada "la Pepa" por el día de su nacimiento (el de San José).
 
Muy conocida es la Plaza Mina, sede del Museo de Cádiz, con sus famosos sarcófagos fenicios y unos fondos en su sección de Bellas Artes que la convierten en una de las mas importantes pinacotecas del país.
 
La calle Zorrilla, la calle de los bares de tapas por excelencia, conduce hasta el perfecto mirador sobre el mar constituido por los Jardines de la Alameda Apodaca y el Parque Genovés. Dando un paseo se llega al puerto de Cádiz, escala habitual de cruceros turísticos entre el Mediterráneo y el Atlántico.